
Mi muy querida y poderosa emprendedora, qué privilegio más grande es poder contar nuevamente con tu generosa atención.
En un parpadeo hemos llegado a Noviembre, y somos tan afortunadas por estar hoy aquí. Sin duda este año que está por terminar nos invita a una reflexión mucho más profunda y a detalle, comparada con la de años anteriores.
Recuerdo que para estas fechas el año pasado ya estaba preparando mis obsequios para la familia, los intercambios con los amigos, estaba haciendo los ajustes necesarios en la agenda de diciembre para compaginar mis actividades personales y de voluntariado, del mismo modo trabajaba en un plan de acción para el siguiente enero y los meses por venir del 2020. Ante tal nivel de planificación ¿Que puede salir mal?, la respuesta es evidente.
La sorpresiva aparición de un confinamiento obligado, la arrolladora realidad de la pérdida de amadísimas personas, así como la incertidumbre del día de mañana en el trabajo, negocio o escuela; fueron consumiendo la paz y la tranquilidad en cada hogar.
Casos cercanos de gente muy querida despidiéndose para siempre de sus familiares sin siquiera poder rendir el homenaje merecido. Amigas perdiendo sus fuentes de ingreso y oportunidades convertidas en polvo. Conocidas siendo atacadas por un absurdo y casi invisible mal, que les llevó a pensar en el final de su vida ante la cruel estadística que a diario nos presentan las noticias.
Y aún con todo lo anterior, ante un panorama que parece ser desolado, obscuro y triste; hay mujeres luchando por sacar adelante a sus familias, mujeres que siguen construyendo oportunidades para sí mismas y para quienes están a su lado. Mujeres que trabajan en alcanzar sus sueños, mujeres que siguen estudiando y preparándose sabiendo que en su conocimiento se cimentará la futura ciencia. Mujeres que engalanan la vida con su arte y como una muestra inquebrantable de fé y esperanza, mujeres convirtiéndose en madres.
Este año sin duda pareciera que nos queda a deber tanto, y sin embargo nos ha permitido hacer más que todos los anteriores.
El solo hecho de valorar el día que estamos viviendo nos da una ventaja absoluta con respecto a los días que antes dábamos por hecho, y que hoy apreciamos como un milagro. Tenemos la enorme oportunidad de ser verdaderamente felices volviendo a lo esencial del “ser” y no en el engaño de “parecer”.
Rindamos honor a los que van pasos adelante en el camino de la eternidad, por medio de nuestras acciones. Hagamos lo que nos corresponde al cuidarnos a nosotros mismos y a quienes nos rodean; pero sobre todo en este momento, hagamos una reflexión de nuestra vida tomando como consejo la frase que nos legó Nelson Mandela: “ Que tus decisiones sean un reflejo de tus esperanzas, no de tus miedos”.
Y nosotras mujeres, sabemos que los pilares de cualquier realidad se construyen de esfuerzo, esperanza, amor y mucha fe.